Medio Maratón de Praga, cuando una cita atlética es un 'tour' turístico (31 de marzo de 2012)



Que vivimos tiempos de bonanza para el fenómeno de las carreras populares es una evidencia comprobable con un repaso al número de pruebas que se celebran cada fin de semana por toda la geografía estatal y un recuento, aproximado y por encima, de todos los fieles parroquianos que se ponen un dorsal. Claro, hay de todo. Encontraremos un perfil exigente, más profesionalizado. Pero no faltará otro para el que el hecho diferencial atlético vaya más allá de lo competitivo y relativice las marcas, que busque la simple satisfacción de completar un reto o que, en la medida de lo posible, trate de complementarlo con otra afición tan loable como la de viajar. Hacen buenas migas las competiciones deportivas y el turismo. Y esta sinergia no pasa desapercibida para una pujante industria del ocio consciente de que, sin ser un sustitutivo, participar en una determinada carrera puede ser un aliciente o un complemento para conocer otra ciudad.

Un buen ejemplo, dada la majestuosidad del destino, el poder de convocatoria de la carrera, su incomparable marco organizativo y otros intangibles de índole más personal, puede ser el del Medio Maratón de Praga. Hablemos de la carrera, que ya habrá tiempo para recordar algunos de sus referentes. Oficialmente, el Prague Half Marathon. Nacido en 1999 como complemento perfecto al Maratón que se venía organizado en la capital checa por el impulso del italiano Carlo Capalbo, los 21,097 kilómetros de este Medio Maratón se han convertido en una de las grandes citas de la temporada atlética. Una espiral ascendente en la que los avances y los éxitos se retroalimentan hasta tal punto que la prueba, desde 2009, ha recibido la consideración Gold (oro) de la Federación Internacional de Atletico (IAAF). En suma, el aval de que estamos ante una pata negra. De los 6.500 corredores de 2009, en 2010 partieron 8.500. En la última edición, celebrada el pasado 31 de mayo, tomaron la salida 11.085 corredores, de los que un 27% eran extranjeros. España, con 135 representantes, era el sexto país con mayor presencia tras (la cercana) Eslovaquia, Reino Unido, Alemania, Italia y Estados Unidos.

Que la carrera se dispute en sábado y parta al mediodía, o que el ambiente que mueve es digno de maratón (vibrante el ánimo constante del público checo), también ayuda a su mayor consideración, claro, pero es que el recorrido, una especie de ocho trazado a libre albedrío, es una cucada donde no faltan las fachadas señoriales, los barrios funcionales, los cambios de perspectivas y hasta seis pasos por los puentes que salvan el río Vltava, el Moldava, con especial protagonismo (por un doble paso mediada la carrera y en sus postrimerías) para el céntrico Mánesuv. Y es que en sus proximidades, en una plaza Jan Palach marcada por la majestuosa presencia del Rudolfinum se encuentra la salida y la meta. Una zona donde el calor del público se siente como en pocos sitios De la partida, dadas las connotaciones musicales del recinto, sede habitual de la orquesta sinfónica de Praga, nada como la lenta puesta en marcha de todo el gran pelotón mientras por la megafonía suenan los compases de Vltava, un homenaje al gran río checo compuesto por Bedrich Smetana en el siglo XIX. De las victorias del etíope Atsedu Tsegay (con 20 años, 58 minutos 47 segundos en su segundo medio maratón, la nueva plusmarca etíope sobre la distancia) y la keniana Joyce Chekirui (1 hora 7 minutos 3 segundos) solo puede derivarse la admiración por la especial estirpe de los esforzados de la zapatilla. Un aplauso tan rotundo como el que todos los participantes, directos o indirectos, se merecen. Sirva como tal este reportaje con fotos (de estética pictórica) y vídeos de la prueba, sus gentes y algunas de sus vistas. Una prueba que, como la ciudad, enamora porque no deja indiferente. Sería imposible.



Praga, capital de la República Checa. Plano de ubicación de esta tranquila urbe de poco más de un millón de habitantes. La patria chica de Emil Zatopek, un mito del atletismo ya fallecido del que ahora se conmemoran los 60 años de su triple medalla de oro (5.000 m, 10.000 m y maratón) que conquistó en los Juegos de Helsinki.


Una postal de Praga, vista de muchos calentamientos previos al Medio Maratón, la del puente (most, en checo) Mánesuv salvado las aguas del Vltava (Moldava) con el castillo y todo su recinto al fondo.


Plaza Jan Palach, junto al célebre Rudolfinum, donde se ubican muchos de los servicios y stand del Medio Maratón.


La fachada principal del Rudolfinum, sede permanente de la orquesta filarmónica checa y uno de los edificios más emblemáticos y queridos de la capital checa.


El Rudolfinum.


Zona de servicios en la calle Dvorakovo, paralela al río y acceso a un auténtico paseo fluvial donde se pueden tomar muchos cruceros por el Moldava.




Corredores en pleno calentamiento.


Cada uno se busca la vida para huir del puñetero fresquito que evapora los calores del ejercicio de preparación. ¡Qué bien les ha venido esta cabina!


Cajones de salida en la calle Listopadu que comienzan a llenarse de corredores.




Una fachada en la calle Listopadu de inspiraciones clasicistas y con esculturas ornamentales.


Más relieves decorativos en un edificio de la calle Listopadu, zona de salida y meta del Medio Maratón de Praga.


Esto se llena.


El Rudolfinum, a la derecha, el mejor escolta para una salida muy monumental.







Corriendo por la calle Krizovnicka. Un poco más adelante a mano derecha queda el acceso al famosísimo e ilustre Puente de Carlos. Dentro de unos kilómetros, entre los kilómetros 10 y 11, la carrera vuelve a pasar por aquí, pero en sentido contrario.


Espectacular torre gótica de acceso al Puente de Carlos, el mismo que une el Barrio Pequeño con el Barrio Grande (en cuya cabecera se encuentra estra construcción) del distrino Mala Strana.


La carrera pasa junto a la llamada Casa danzante o Casa de Ginger y Fred. Este diseño deconstructivista de Frank Gehry y Vlado Milunic fue convertido en realidad en 1997.




Dos espectadores observan el pelotón de un Medio Maratón de Praga cuyos corredores se reflejan en el espejo que facilita el acceso y salida de los vehículos de un parking.


Calle Sekaninova.


Calle Sekaninova, con el enorme viaducto (el Nuselsky most) a través del que desemboca la autovía 5.kvetna.


La carrera pega un pequeño giro y deshace sus pasos para volver a pasar bajo el viaducto por la calle Jaromirova. Una zona de edificio muy funcionales.


Una estampa cada vez más habitual: la del corredor que participa en pruebas de larga distancia con el carrito tuneado donde descansa, habitualmente ajeno al ajetreo, el bebé de turno.


Puente de hierro con usos ferroviarios sobre las aguas del Moldava. El Zeleznicniho mostu.




Cruzado el Palackeho most (puente del palacio), la carrera prosigue por la calle Lidicka para iniciar un extraño bucle, a dos niveles, que se completará entre los kilómetros 6 y 9.


Giro a la izquierda para tomar la calle Svornosti, pequeña bajada, larga recta y sorprendente referencia en esta pasarela que comunica dos instalaciones de la cervecera Staropramen.


Muchas participantes femeninas en el Medio Maratón de Praga.


Con el cauce del Moldava a nuestra derecha, y tras acceder a la Janackovo Nabrezi, volveremos a encontrarnos con fachadas elegantes y recargadas.




La carrera, reflejada en otro espejo de acceso a un aparcamiento.


Corredores en el kilómetro 9,5.


Mucho público esperando la carrera antes del paso por el Puente Legii, el mismo que se aprovechó en su día de la isla Strelecky para hacer más accesible su contrucción.


Puente Legii.


El Puente de Carlos, visto desde el Puente Legii.


Cruzado el puente, giro a la izquierda y paso en sentido contrario por la Smetanovo Nabrezi. El casco viejo más célebre queda a un paso si tiramos hacia la derecha.


Corredores.




Los atletas atraviesan el Mánesuv Most con la majestuosa silueta del castillo de Praga al fondo.


Sitios con encanto, qué duda cabe.


Por la calle Plovarny.


¡Ya queda menos de la mitad! Por la avenida Edvarda Benese.




... Y de golpe, esculturas en medio de un contexto aparentemente poco atractivo.


Calle Komunardu, vía de acceso a un barrio de edificaciones funcionales levantadas en época comunista.






Cruzando el Libensky most, ya pasado el kilómetro 15. Aparece un viento puñetero que endurecerá el final.






Dos aficionados lucen una pancarta, creemos que en checo, cuyo significado no sabemos concretar.


Modernísimo edificio en la avenida Rohanské.


Empedrado con solera, muy protagonista del Medio Maratón de Praga.








La avenida Kosarkovo nos acompañará durante buena parte del último kilómetro. Al fondo vemos el Mánesuv Most, el puente Mánesuv, gran protagonista de esta carrera. Y la meta, al otro lado. ¡Ya estamos! ¡Ya estamos!